domingo, 30 de noviembre de 2008

Johanna Budwig


Hace más de 40 años, Johanna Budwig, brillante química-farmacéutica y física alemana, encontró que la sangre de pacientes seriamente enfermos siempre, sin excepción, carecía de ciertos importantes elementos esenciales, incluyendo fosfitos y lipoproteínas y que aparecía una extraña sustancia verde-amarillenta. Al cambiarse la dieta alimenticia de estos pacientes para que incluyera aceite de lino y queso tipo Cottage (cuajada), esta sustancia extraña desapareció y fue reemplazada por saludables glóbulos rojos, al tiempo que los fosfitos y las lipoproteínas reaparecieron casi milagrosamente.


La Dra. Budwig ha sido 6 veces nominada para el Premio Nobel, habiendo ejercido numerosos cargos de autoridad como asesora en el Gobierno y en la industria. Sin embargo, su investigación pronto la colocó en situación de enfrentamiento en ambos, tanto con la industria de las grasas y aceites, como con sus aliados dentro del gobierno, quienes impulsaron varios juicios en su contra, los cuales ella siempre ganó. Ahora, a los 90 años, la Doctora aún sigue involucrada en la investigación y en instruir a pacientes y médicos en sus métodos para tratar el cáncer, los problemas cardíacos, diabetes, etc.

Tal como sabemos, los procesos vitales del ser humano dependen en gran manera del rol de la luz y sus transformaciones en fotones, electrones, etc. El aceite de lino es rico en electrones que atraen los fotones solares, de modo que al ingerir aceite de lino también estamos ingiriendo luz. Dice la Dra. Budwig: "no hay nada en la Tierra que tenga mayor concentración de fotones de energía solar que el hombre. Esta concentración de energía solar aumenta cuando ingerimos alimentos que contienen electrones, los cuales, a su vez, atraen las ondas electromagnéticas de los rayos del sol (fotones). Es el ser humano el que encierra en sí mismo el mayor potencial para la energía solar en la Tierra."


Un Dato Interesante: para los indios Cherokee el lino era tan sagrado como la pluma del águila. Creían que esta pequeña semilla marrón capturaba energías del sol que eran vitales para los procesos corporales de la vida, y la usaban para alimentar a mujeres embarazadas, para curar enfermedades de la piel, artritis y desnutrición; incluso se las daban a los hombres para aumentar la virilidad.


Martha Sánchez Llambí
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