viernes, 15 de mayo de 2009

Nuevo Menu OTOÑUS



Guisantes y comidas calientes que combinan vegetales y variedades de
cereales poco conocidos o ingeridos, que comienzan a clamar por
un lugar en nuestra mesa. Animate!


CAZUELA CON CEBADA
porotos negros, cebolla colorada, ají dulce, papas, batata, pulpa de tomate, ajo y sésamo

RATATOUILLE
cebollas, pimientos rojos, ajo, berenjena, papas o batatas y tomates.

QUINOA +GARBANZOS
calabaza, zanahoria, cebolla, verdeo, repollo.

GUISO DE VERDURAS Y ARROZ + MIJO
tomate, zanahoria, papas, chauchas, apio, puerro, zapallitos y choclo.

ARROZ YAMANI+ VEGETALES VERDES Y NARANJAS
bruselas, brócoli, zapallitos, chaucha, calabaza y zanahoria.

GUISO DE LENTEJAS
cebolla de verdeo, morron, puerros, tomate, zanahoria, batata, calabaza.

GUISO DE POROTOS ADUKI
con trigo burgol, cebolla, zanahorias, morrón, apio, puerro y calabaza.

CAZUELA DE TRIGO
cebolla, morrón rojo, zanahorias, tomates, apio, ajo, tomillo y jengibre.

jueves, 14 de mayo de 2009

SALve Dios!



“La sal de mesa común que ha invadido el mercado de Estados Unidos en los últimos 50 años, parece ser un subproducto de la manufactura de armas. Las grandes compañías (como la Morton Thiokol, fabricante de combustibles para cohetes) refinan sal para extraer ciertos minerales que luego utilizan en sus producciones bélicas y espaciales. En el proceso de refinación industrial, la sal de mesa pasa por temperaturas de 670ºC, lo cual altera definitivamente su natural estructura cristalina” .
(Dra. Sherry Rogers .“La cura se encuentra en la cocina")

el 93% de la sal que se refina en el planeta está destinada a
fines industriales no alimentarios

un 4% es utilizado por la industria alimentaria como conservante

el 3% restante se destina al uso como sal de mesa

- …y de paso la mesa liga los beneficios de la excelente pureza de la refinación industrial
y las personas se benefician al disponer de un producto inmaculado y que no se apelmaza...-


SALve DIOS!
extraido y reeditado del libro “La Sal”
de Néstor Palmetti
(Técnico en Dietética y Nutrición Natural)

DESCARGAR PDF


viernes, 20 de marzo de 2009

jueves, 19 de marzo de 2009

Nota

Como la mayoría de ustedes me crié en una cultura de masa y carne, de empanadas, pastas y asados, torta fritas, churrascos, medialunas, sanguches. Siempre comí de todo. Incluso verduras. Episodios con la comida, que recuerde, varios: unos fideos con aceite y ajo que no me gustaban para nada pero mi madre me obligo a comer un día y me dio una arcada. Mi hermana chiquita atragantándose con un raviol. Descubrir la berenjena al escabeche. Intoxicación de pequeña con la ingesta de un tomate o manzana en una chacra vecina (con plaguicida o símil). Volvía a mi casa y el mundo daba vueltas. Episodio no claro. Vomitar todo lo que había comido en un cumpleaños de Marina, una amiga, cuando teníamos 7 u 8 años (sobre todo salchichas). 

Salvo aquellos fideos y algún que otro colchón de arvejas, las comidas que preparaba mi madre eran de luxe (lo que podía ver en comparativa al entorno). Ella siempre nos pedía (a mi hermana o a mi) alguna colaboración en la cocina. Nos indicaba que hagamos una ensalada que debía estar lista cuando ellos (padres) llegaban del trabajo a almorzar todos los mediodías. Muchas veces llegaba y nos habíamos olvidado de “hacer la ensalada” y entonces lo pedía manifestando cierto fastidio por nuestro proceder olvidadizo y aleatorio propio de la adolescencia. 

Un día llegó y se la notaba un tanto turbada. 
Como no había nada a la vista indicó: hace una ensalada. 
Ya la hice, repliqué (estaba en la heladera). 
Ella agregó: bueno, hace otra. 
Y la idea de la ensalada quedo clavada en mí. 

Este y otros traumas, sumado a que en mi familia se hablaba permanentemente de comida, me produjo un rechazo que me condujo a dejar de comer y llegar a padecer algún tipo de trastorno alimentario nunca diagnosticado. Luego una nutricionista dijo que estaba un poco “desnutrida” y me indico seguir una dieta pero no me curó. El punto es que yo necesitaba interesarme en la comida desde una comprensión profunda acerca del sentido que tiene para la vida. No podía interesarme en la comida desde el imperativo “DEBES ALIMENTARTE”. 

Fui leyendo una serie de artículos al respecto hasta que una amiga divina (Clara) puso en mis manos Salve su cuerpo, un libro de Catherine Kousmine. A pesar de que el nombre del libro es fatal, su contenido es vital. Era la primera bibliografía que encontraba completa, explicando incluso los procesos de industrialización que deterioran el grado nutricional de los alimentos. 

Con el Método Kousmine y “la ensalada” como impronta, fui restableciendo un orden natural y siguiendo pistas de médicos, investigadores y terapias que me llevaron a dar con información muy rica y variada que voy seleccionando y difundiendo en la medida que lo veo necesario, vital o urgente. En todo caso, los cambios de hábitos alimentarios llevan mucho tiempo y cada uno hace su proceso a un ritmo muy personal. El tema es que con una cuestión tan básica y vital para la salud, no creo conveniente postergar mucho más el principio del proceso. 

Eugenia